24 junio 2023

Antes

Odio no haberte conocido antes,
para compartir contigo cada instante,
para llenarte de carisias y besos,
para hacerte feliz con mis versos.

Odio no poderte abrazar cuando lo necesitabas,
para consolarte cuando estabas triste,
para protegerte cuando estabas asustada,
para apoyarte cuando estabas cansada.

Odio no haberte ayudado cuando lo requerías,
para solucionar tus problemas y dudas,
para aliviar tus penas y angustias,
para impulsar tus metas y sueños.

Pero más que odiar, te quiero,
te quiero, con todo mi corazón,
con toda mi fuerza y mi calma,
con todo mi ser y mi alma.

Para alguien

No sé quién eres,
ni dónde estás,
pero te quiero,
con todo mi ser.

No te he visto nunca,
ni te he escuchado,
pero te sueño,
con todo mi anhelo.

No sé tu nombre,
ni tu historia,
pero te siento,
con toda mi gloria.

Tu eres alguien,
y yo soy nadie,
pero te amo,
con todo mi esmero.

Los atardeceres

Los atardeceres son uno de los espectáculos naturales más hermosos que existen. Cada día, el cielo se llena de colores que van del amarillo y naranja al rosa y morado, creando un paisaje único. Pero también pueden ser solitarios. Nos gustaría compartir ese momento con alguien especial, con quien abrazarnos y sentir su calor. En ocasiones, nos sentimos tristes al ver cómo el sol se esconde tras el horizonte, y nos deja en la oscuridad. A veces, nos preguntamos qué sentido tiene la vida, si al final todo se acaba.

Los atardeceres hermosos pero solitarios son una metáfora de nuestra existencia. Nos recuerdan que somos parte de un universo maravilloso, pero también efímero. Nos invitan a disfrutar de cada instante, pero también a reflexionar sobre nuestro propósito. Los atardeceres son una oportunidad para conectar con nosotros mismos, y con lo que nos rodea.

El laberinto urbano

En las luciérnagas de la noche,
Se refleja la luz de la ciudad,
Que ilumina con su brillo tenue,
El ruido de las calles sin cesar.

Me pierdo en el laberinto urbano,
Buscando una salida o una señal,
Que me indique el camino más cercano,
A la paz que tanto anhelo alcanzar.

Pero no me dejo vencer por el desánimo,
Ni me entrego al vacío existencial,
Sé que hay algo más allá del caos y el ruido,
Una esperanza que me espera al final.

22 junio 2023

Lucy y sus paseos a la montaña

Había una vez una niña llamada Lucy que vivía en una cabaña al pie de una gran montaña. Lucy era muy curiosa y le gustaba explorar la naturaleza. Un día, decidió subir a la cima de la montaña para ver si podía encontrar a Dios.

Lucy se levantó muy temprano y se preparó un bocadillo y una botella de agua. Luego, se puso su mochila y sus zapatos de montaña y salió de la cabaña. Caminó por el sendero que subía por la ladera, admirando las flores, los pájaros y las mariposas que veía a su paso. Después de varias horas de caminata, llegó a la cima de la montaña.

Allí, se quedó maravillada con la vista que tenía ante sus ojos. Podía ver el pueblo, el valle, el río y el horizonte. También podía ver el sol que empezaba a salir por el este, pintando el cielo de colores. Lucy pensó que ese era el lugar más hermoso que había visto en su vida.

Entonces, se sentó en una roca y miró al cielo. Se preguntó si Dios estaría allí arriba, observándola. Quiso hablarle y decirle lo mucho que le gustaba su creación. Así que cerró los ojos y le dijo:

Hola, Dios. Soy Lucy. He venido a verte. ¿Estás ahí?
Lucy esperó una respuesta, pero no escuchó nada. Solo el viento que soplaba suavemente y el canto de los pájaros. Lucy se sintió un poco triste y decepcionada. Pensó que quizás Dios estaba muy ocupado o que no le prestaba atención.

Bueno, no importa -se dijo-. Tal vez otro día me escuches. De todas formas, quiero decirte que me encanta este lugar. Es tan bonito y tranquilo. Me hace sentir feliz. Lucy abrió los ojos y sonrió. Luego, sacó su bocadillo y su agua y se puso a comer. Disfrutó de su desayuno mientras miraba el paisaje. Después, se levantó y decidió bajar de la montaña.

Adiós, Dios -le dijo-. Gracias por este día tan lindo. Volveré mañana.

Lucy bajó por el mismo sendero que había subido, saludando a las plantas y a los animales que encontraba en su camino. Cuando llegó a la cabaña, era casi mediodía. Entró y le contó a su madre lo que había hecho.

¿Y qué tal te fue? -le preguntó su madre.

Muy bien -respondió Lucy-. La montaña es preciosa. Y creo que vi a Dios.

¿De verdad? -se sorprendió su madre-. ¿Y cómo era?

No lo sé -dijo Lucy-. No me habló. Pero sentí que estaba ahí.

Bueno, hija -dijo su madre-. Me alegro de que hayas tenido una buena experiencia. Pero recuerda que Dios no solo está en la montaña. También está en tu corazón.

Lo sé, mamá -dijo Lucy-. Pero me gusta ir a la montaña para verlo mejor.

Está bien -dijo su madre-. Pero ten cuidado cuando subas. Y no te olvides de hacer tus deberes.

Está bien, mamá -dijo Lucy-. Te quiero.

Yo también te quiero -dijo su madre.

Así fue como Lucy empezó a subir y bajar la montaña todos los días por la mañana para ver a Dios. Cada vez que llegaba a la cima, le hablaba de lo que le pasaba en su vida, de sus sueños, de sus miedos, de sus alegrías y de sus tristezas. También le hablaba de lo bonito que eran los atardeceres, cuando el sol se ponía por el oeste y teñía el cielo de rojo y naranja.

Lucy nunca recibió una respuesta audible de Dios, pero siempre sintió su presencia y su amor. Y eso le bastaba para ser feliz.

Versos

En el desierto de arena y sol,
donde las pirámides se alzan,
hay una historia de amor y dolor,
que nadie puede olvidar.

Ella era la hija del faraón,
él era un príncipe árabe,
se conocieron en una caravana,
y se enamoraron al instante.

Pero su amor era prohibido,
por las leyes de sus reinos,
y tuvieron que esconderse,
en las sombras de la noche.

Un día fueron descubiertos,
y los separaron con violencia,
ella lloró en su palacio,
él luchó por su libertad.

Juraron que se volverían a ver,
y que nada los detendría,
ellos se escribieron versos de amor,
con mensajes que solo ellos entendían.

Los cuatro gatitos

Había una vez una niña que vivía en una granja con sus padres y sus cuatro gatitos: Luna, Sol, Estrella y Cometa. A ella le encantaba jugar con sus gatitos y cuidarlos. Les daba de comer, les cepillaba el pelo y les hacía camitas con mantas.

Un día, decidió llevar a sus gatitos al bosque para explorar y divertirse. Los metió en una canasta y se fue caminando por el sendero. En el bosque había muchos árboles y flores. La niña se sentó en una piedra y sacó a sus gatitos de la canasta. Los gatitos se pusieron muy contentos y empezaron a corretear por el césped.

La niña miraba con una sonrisa, pero pronto se dio cuenta de que uno de ellos había desaparecido. Era Cometa, el más travieso y curioso de todos. Se levantó y empezó a buscarlo, llamándolo por su nombre. Los otros gatitos la siguieron, maullando preocupados.

Recorrió todo el bosque, pero no encontró a Cometa. Estaba a punto de llorar cuando oyó un ruido detrás de unos arbustos. Se acercó con cuidado y vio a Cometa atrapado en una trampa para animales. Alguien había puesto un lazo que le apretaba la patita. Cometa estaba asustado y herido.

La niña se enfadó mucho con el cazador que había puesto la trampa. Cogió unas tijeras que llevaba en su mochila y cortó el lazo. Luego abrazó a Cometa y le dijo que todo iba a estar bien. Le curó la pata con un pañuelo y le dio un poco de agua.

Regresaron a la granja, muy aliviada de haber encontrado a Cometa. Sus padres la estaban esperando y se alegraron de verla. Le preguntaron qué había pasado y ella les contó todo.

La niña abrazó a sus padres y a sus gatitos. Se sintió muy feliz de tenerlos a todos con ella. Desde ese día, no volvió a llevar a sus gatitos al bosque hasta que fuera más seguro, mientras los dejaba jugar en el jardín de la granja, donde estaban felices.

21 junio 2023

Un hombre raro

Bajo el manto de la noche,
se desliza un hombre raro,
con un sombrero de ranas,
y un abrigo de algodón.

Mira al cielo y se alegra,
al ver la luna de limón,
que ilumina su sendero,
y le inspira su canción.

El caballero errante

Había una vez un caballero que vagaba por el mundo en busca de aventuras. Un día, se adentró en un pantano oscuro y tenebroso, donde apenas se veía el sol. El caballero se perdió entre las aguas turbias y los árboles retorcidos, y empezó a sentir miedo y desesperación.

De pronto, vio una luz brillante que le llamó la atención. Se acercó con cuidado y descubrió que era una flor hermosa y resplandeciente, que iluminaba el pantano con su magia. El caballero quedó maravillado por la flor, y sintió el deseo de cortarla y llevársela consigo.

Pero cuando extendió la mano para hacerlo, oyó una voz que le dijo:

Detente, caballero. No puedes llevarte esta flor. Ella es la única esperanza de los viajeros que se pierden en este pantano. Si la arrancas, los condenarás a morir en la oscuridad.

El caballero se sorprendió al oír la voz, y miró a su alrededor. Entonces vio que había muchas imágenes de otros viajeros que se acercaban a la flor, guiados por su luz. Algunos eran nobles y otros plebeyos, algunos eran jóvenes y otros ancianos, algunos eran hombres y otros mujeres. Pero todos tenían algo en común: habían perdido el rumbo en el pantano, y buscaban una salida.

El caballero comprendió entonces cual era el propósito de la flor, y que no debía ser egoísta. Se arrepintió de su intención de cortarla, y se disculpó con la voz.

Perdóneme, señor. No sabía lo que hacía. Ahora veo que esta flor es muy importante para todos los que están aquí.

Por eso te he advertido del peligro de llevarte la flor -respondió la voz-.

Gracias por su advertencia, -dijo el caballero-. Y gracias por cuidar de esta flor tan especial.

El caballero siguió la luz de la flor. Pronto encontró una senda que lo sacó del pantano, y pudo respirar aliviado. Antes de marcharse, se despidió de la flor con una reverencia, y le agradeció su ayuda. El caballero continuó su viaje por el mundo, pero nunca olvidó la flor del pantano.

20 junio 2023

¿Puedes describirla?

Ella es el viento que acaricia mi rostro y me susurra al oído palabras de consuelo.
Es la calma que envuelve mi alma y me llena de paz cuando todo se apaga.
Un cielo que se abre ante mis ojos y me muestra el infinito cuando los cierro.
Una luz que ilumina mi mente y me enseña a sentir lo que nadie comprende.
La mujer que me inspira a escribir estos versos y a soñar con tu sonrisa cada vez que la pienso.

19 junio 2023

En el silencio solo hay murmullos

Nadie sabe lo que hay entre nosotros,
un secreto que guardamos con recelo,
un amor que solo se expresa en murmullos,
y que se esconde tras un velo.

Nos vemos a escondidas en la noche,
y nos damos besos con pasión,
pero cuando llega el alba nos reproche,
que no podemos salir al sol.

No necesitamos hablar para entendernos,
solo con mirarnos nos decimos todo,
no necesitamos gritar para querernos,
solo con abrazarnos nos damos todo.

El silencio es nuestro cómplice y testigo,
de este amor que nadie puede saber,
el silencio es nuestro amigo y abrigo,
de este amor que nadie puede ver.

Las botas amarillas

Érase una vez una niña que durante los días de lluvia tenía que caminar por un sendero lleno de piedras, charcos y barro para llegar a la escuela. A ella le encantaba estudiar y aprender cosas nuevas, pero no le gustaba ensuciarse los pies y mojarse los calcetines.

Un día, su mamá le regaló unas botas amarillas muy bonitas y brillantes. La pequeña se puso muy contenta y le dio las gracias con un abrazo. Su mamá le dijo que esas botas eran especiales y que la ayudarían a llegar a la escuela.

Al día siguiente, la niña se puso las botas amarillas y salió de su casa con una sonrisa. En el camino, se encontró con muchos obstáculos: una vaca que le bloqueaba el paso, un perro que le ladraba, piedras por todos lados y un charco de agua tan grande que parecía un lago. Pero cada vez que la niña se enfrentaba a un problema, recordaba las palabras de su mamá sobre lo especiales que eran sus botas amarillas: ella imaginó que le hacían saltar por encima de la vaca, le hacían correr más rápido que el perro, le hacían volar sobre las piedras y le hacían cruzar por el charco de agua. Sin darse cuenta, ya había superado todos los obstáculos.

Así, la niña llegó a la escuela puntual y sin mancharse ni un poco. Sus compañeros y su maestra se asombraron al ver sus botas amarillas y le preguntaron de dónde las había sacado. Ella les contó que se las había regalado su mamá y que le había dicho que las botas amarillas eran especiales.

La niña se sintió muy feliz por sus botas amarillas y de poder mostrárselas a sus amigos. También se sintió muy agradecida con su mamá por haberle hecho ese regalo tan maravilloso. Durante los días de lluvia, la niña siempre usó sus botas amarillas para ir a la escuela y para vivir muchas aventuras.

18 junio 2023

Mirarte a los ojos

No hay nada que me dé más paz que mirarte a los ojos y perderme en tu mirada cuando los cierras.

Ninguna palabra

Su nariz es el centro de tu rostro que resalta la belleza de sus ojos y la dulzura de su sonrisa.
Su cintura es la curva de su cuerpo que acentúa la gracia de sus movimientos y el encanto de su figura.
Su cabello es el marco de tu cara que refleja la luz de su mirada y el color de tu alma.

La ternura es el don de su corazón que ilumina la vida con su amor y la llena de esperanza.
La fuerza es el motor de su acción que le impulsa a seguir con pasión y a vencer los obstáculos.
La voluntad es el poder de su mente que le hace decidir libremente y a crear su destino.

Ella es un ser maravilloso y único que despierta en mí una admiración sin límites. Cada vez que hablo de ella a alguien, solo me responderá con asombro y envidia: pues no hay ser en este mundo que se asemeje a la perfección de su esencia.

Con la descripción tan hermosa que brota de mis labios, intento plasmar la imagen de su rostro, la música de su voz, el calor de su piel, el aroma de su pelo, el sabor de sus besos y el latido de su corazón. Pero sé que ninguna palabra puede hacerle justicia a la pasión que siento por ella.

Una carta con estrellas

Yszelda era una niña que vivía en un pueblo muy lejano, donde las noches eran oscuras y llenas de estrellas. A Yszelda le encantaba mirar el cielo y soñar con viajar a otros mundos. Su mamá era su mejor amiga y le contaba historias sobre las constelaciones y sus significados.

Un día, Yszelda tuvo que irse a la ciudad para estudiar y le dijo a su mamá que volvería pronto. Cuando ella partió a vivir en la ciudad, llego a extrañar mucho a su mamá. Cada noche, miraba el cielo y les hablaba a las estrellas, como si fueran sus mensajeras. Entonces se le ocurrió una idea: escribirle una carta a su mamá y dedicarle las estrellas. Tomó un papel y un lápiz y empezó a escribir:

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Querida mamá:

Te extraño mucho y espero que estés bien. Quiero contarte que cada noche miro el cielo y pienso en ti. Te dedico las estrellas que más me gustan y te cuento lo que significan para mí.

Te dedico la estrella polar, porque siempre me guías y me orientas.
Te dedico la Osa Mayor, porque eres fuerte y protectora.
Te dedico Casiopea, porque eres hermosa y elegante.
Te dedico Orión, porque eres valiente y aventurera.
Te dedico el Cinturón de Orión, porque son tres estrellas como tú, yo y papá.
Te dedico Sirio, porque eres la más brillante de todas.

Mamá, te quiero mucho y espero regresar pronto. Mientras tanto, te mando un beso y un abrazo con cada estrella que te dedico.

Tu hija que te adora
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Yszelda dobló la carta y la guardó en un sobre. Luego, salió al patio y buscó una forma de enviarla al cielo. Vio un globo rojo que le habían regalado en su cumpleaños y pensó que era perfecto. Ató la carta al globo y lo soltó al aire. El globo subió y subió hasta perderse entre las estrellas.

Yszelda sonrió y se sintió feliz. Sabía que su mamá recibiría su carta y se sentiría orgullosa de ella. Y sabía que algún día volverían a estar juntas y a mirar el cielo con amor.

Te lo voy a decir

Te lo voy a decir sin rodeos ni palabras de más: no te lo dije ayer, ni antes, ni la semana o el mes pasado, pero ya no puedo más. Quiero decírtelo de frente, solo dame un momento. Déjame respirar hondo y estirarme un poco, porque necesito concentrarme y tener valor. No te desesperes, ya casi estoy listo. Solo espero que tú también estés lista para oír lo que tengo que decirte. No quiero hacerte perder el tiempo…

De pronto, ella me besó, me miró a los ojos y me preguntó: ¿Quieres que sea tu novia? ¿Es eso lo que me quieres decir?

Él respondió: Sí, eso es lo que te quiero decir.

Ella aceptó y él la abrazó.

Flan

Hoy voy a preparar un flan,
Con leche, huevos y azúcar,
Es mi postre favorito,
Y también el de mi abuela.

Me gusta ver cómo se hace,
En el horno con cuidado,
Y cómo se mueve al sacarlo,
Como si fuera una gelatina.

Lo decoro con caramelo,
Y le pongo unas cerezas,
Lo comparto con mi familia,
Espero les guste lo que hay en la mesa.

Me siento feliz y orgulloso,
De haber hecho algo tan rico,
Pienso que la vida es dulce,
Como un flan con cerezas.

Los ratoncitos

Dos ratoncitos se enamoraron,
uno blanco y otro negro,
el blanco era curioso,
el negro era leal.

Los ratoncitos se escaparon,
de una jaula de metal,
un día el blanco se perdió,
el negro de inmediato salió a buscarlo.

Lo encontró en un rincón,
llorando y asustado,
lo abrazó y lo besó,
y le dijo: “Te he encontrado”.

Aquí, ahora y siempre

Aquí estoy, en este momento que parece eterno y fugaz, aquí te digo lo que siento que te quiero y te querré más.

Ahora es cuando todo importa, cuando el tiempo se detiene, ahora es cuando te abrazo fuerte y te beso con pasión ardiente.

Siempre estaré a tu lado, en las buenas y en las malas, siempre seré tu compañero tu amigo, tu amante, tu alma.

16 junio 2023

Las noches sin ella

Las noches sin ella son largas y oscuras
No hay estrellas que iluminen mi camino
Ni luna que me hable de su amor

Las noches sin ella son frías y vacías
No hay calor que me abrigue el corazón
Ni sueños que me lleven a su lado

Las noches sin ella son tristes y silenciosas
No hay risas que me alegren el alma
Ni canciones que me recuerden su voz

Las noches sin ella son un desierto sin oasis
No hay agua que me calme la sed
Ni flores que me ofrezcan su aroma

15 junio 2023

Mientras nos amamos tú y yo

Me alejas para extrañarme en la distancia,
me persigues cuando yo te sueño a mi lado,
mil locuras se me ocurren, mientras oigo tu voz,
juegas con mis sentimientos, mientras yo muero por tu amor.

Te busco para tenerte junto a mí,
te abrazo para que no te vayas,
te murmullo cosas lindas, mientras tú me esquivas,
lucho por tu corazón, mientras tú lo escondes.

No podemos borrarnos de la memoria,
que nos miramos sin estar presentes los dos,
que nos hablamos entre un silencio,
mientras nos amamos tú y yo.

13 junio 2023

El cofre del tiempo

Yszelda era una chica de 17 años que vivía en el año 2023. Le gustaba la historia, la literatura y la música. Era una estudiante aplicada y soñaba con viajar por el mundo y conocer otras culturas.

Un día, mientras paseaba por el parque con su gatito, encontró un cofre de metal enterrado bajo un árbol. Lo desenterró con curiosidad y lo abrió. Dentro había varias cartas, todas escritas a mano y selladas con cera. Eran de un chico llamado Felipe IV, que vivía en el año 1883.

Yszelda se sorprendió al leer las cartas. Eran muy hermosas y emotivas. Felipe IV contaba su vida, sus sueños, sus miedos, sus alegrías y sus penas. Era un joven que trabajaba como aprendiz de carpintero y que amaba la naturaleza, la aventura y la música. También expresaba su soledad y su deseo de encontrar el amor.

Yszelda se sintió conmovida por las cartas. Se identificó con Felipe IV y con sus sentimientos. Decidió escribirle una respuesta y dejarla en el cofre, esperando que algún día la leyera.

Así empezó una extraña y maravillosa correspondencia entre dos personas separadas por 140 años. Yszelda y Felipe IV se escribían cada semana, contándose sus vidas, sus pensamientos, sus anhelos y sus secretos. Se hicieron amigos y luego se enamoraron.

Yszelda no sabía cómo era posible que Felipe IV recibiera sus cartas, ni cómo él podía escribirle desde el pasado. Pero no le importaba. Solo le importaba él y lo que sentía por él.

Felipe IV tampoco entendía cómo Yszelda podía leer sus cartas, ni cómo ella podía escribirle desde el futuro. Pero tampoco le importaba. Solo le importaba ella y lo que sentía por ella.

Ambos sabían que su amor era imposible, pero no podían dejar de escribirse. Se consolaban con sus palabras y se imaginaban juntos.

Un día, Yszelda recibió una carta diferente de Felipe IV. Era la última que le escribía. Le decía que estaba enfermo de tuberculosis y que no le quedaba mucho tiempo de vida. Le agradecía por haberle dado sentido a su existencia y le pedía que lo recordara siempre. Le decía que la amaba con todo su corazón y que esperaba reencontrarse con ella en otra vida.

Yszelda lloró al leer la carta. Se sintió destrozada por la pérdida de su amado. Quiso escribirle una última vez, pero no pudo. El cofre ya no estaba en el parque, había desaparecido.

Yszelda nunca volvió a saber de Felipe IV. Pero nunca lo olvidó. Guardó sus cartas como un tesoro y las leyó una y otra vez. Se dedicó a estudiar historia y literatura y se convirtió en una escritora famosa. Escribió un libro basado en su historia de amor con Felipe IV, titulado “El cofre del tiempo”. Fue un éxito mundial y se adaptó al cine.

Yszelda murió a una edad muy muy avanzada, rodeada de su familia y de sus libros. En su lecho de muerte, sonrió al recordar a Felipe IV y al sentir su presencia cerca de ella. Sintió que por fin iba a reunirse con él.

12 junio 2023

Sus ojos eran

Sus ojos eran como dos almendras dulces y brillantes, que reflejaban la luz del sol y la bondad de su alma.

Tenían un color claro, casi dorado, que contrastaba con sus pestañas negras y largas.

Sus ojos eran tiernos y expresivos, capaces de transmitir todo lo que sentía con una sola mirada.

Sus ojos eran el espejo de su corazón, que era generoso y sincero.

Sus ojos eran los que me enamoraron desde el primer momento, y los que me siguen enamorando cada día.

11 junio 2023

La tienda de dulces de Zelda

Érase una vez una niña llamada Zelda que atendía una tienda de dulces en el centro del pueblo. Le encantaba su trabajo porque podía probar todos los caramelos, chocolates y galletas que quisiera. Además, le gustaba mucho hablar con los clientes y hacerles recomendaciones.

Un día, entró en la tienda un niño muy tímido que se quedó mirando el escaparate sin atreverse a entrar. Zelda se dio cuenta y salió a saludarlo.
Hola, ¿qué tal? ¿Te gustan los dulces? - le preguntó con una sonrisa.
Sí, mucho… - dijo el niño.

Pues pasa, pasa, que aquí hay de todo. ¿Qué te apetece? ¿Algo ácido, dulce, salado, picante?
No sé… - dijo el niño bajando la cabeza.
Vamos, no seas tímido. Yo te ayudo a elegir. Mira, estos son mis favoritos. Son unos caramelos de frutas que explotan en la boca. ¿Quieres probar uno?
Bueno… vale… - aceptó el niño cogiendo un caramelo.

¿Qué te parece? ¿Te gusta?
Sí, está muy rico. ¡Qué divertido!
Me alegro. ¿Y qué tal estos? Son unas galletas de chocolate con chispas de colores. Son muy crujientes y sabrosas.
También tienen buen sabor…
Pues toma, prueba una. A ver si te gustan.
Mmm… ¡qué ricas! ¡Gracias!
De nada. ¿Y estos? Son unos chocolates rellenos de crema de avellanas. Son muy suaves y cremosos.
Uy, esos me encantan…
Pues no te detengas, cómete uno. Te lo regalo.
¿De verdad? ¡Qué amable!

Claro, es un placer verte disfrutar. ¿Sabes? Me caes muy bien. ¿Cómo te llamas?
Me llamo Ness.
Encantada, Ness. Yo me llamo Zelda.
Encantado, Zelda.
¿Y qué haces por aquí? ¿Vives cerca?
No, vivo en la ciudad. He venido con mi madre a hacer unos recados.
Ah, ya veo. ¿Y te gusta esta zona?
Sí, es muy bonita. Hay muchas tiendas, parques y un enorme rio.

Sí, es verdad. A mí me gusta mucho pasear por aquí cuando tengo un rato libre.
¿Y no te aburres de estar todo el día en la tienda?
No, para nada. Me encanta mi trabajo. Me divierto mucho y aprendo muchas cosas.
¿Qué cosas?
Pues por ejemplo, cómo hacer dulces caseros, cómo atender a los clientes, cómo llevar las cuentas…
Vaya, eso suena interesante.
Lo es.
Qué suerte tienes…
Sí, la verdad es que sí. Y tú, ¿qué te gusta hacer?

Pues a mí me gusta leer libros de aventuras, jugar al fútbol y ver películas.
Qué bien. A mí también me gustan esas cosas.
¿Sí? ¿Qué libros has leído últimamente?
Pues he leído un libro que se llama “10 historias de aventuras espaciales”.
¡Yo también lo he leído! Me encantó.
¿De verdad? ¡Qué casualidad!

Así empezó una bonita amistad entre Zelda y Ness. Cada vez que Ness iba al pueblo con su madre, pasaba por la tienda de dulces a ver a Zelda y a charlar con ella. Y cada vez que Zelda tenía un día libre, iba a visitar a Ness a su casa y jugaban juntos al fútbol o veían películas. Se hicieron tan amigos que se contaban todos sus secretos y se apoyaban en los momentos difíciles.

Un beso inocente

Un beso inocente es el que nace del alma,
el que se da con ternura y sin palabras,
el que se siente en el corazón y no en los labios.

Un beso inocente es el que ilumina el rostro,
el que se comparte con respeto y admiración,
el que se ofrece con amor y sin condición.

Un beso inocente es el que se roba con la mirada,
el que se da sin pensar y sin esperar nada,
el que se vive como una aventura en la vida.

Un beso inocente es el que sorprende al corazón,
el que se da con pasión y con dulzura,
el que se disfruta con emoción y con locura.

Un beso inocente es el que vale más que mil palabras...

07 junio 2023

Te lo digo así con este poema que he escrito para ti

Eres un milagro que se ha manifestado en este mundo tan raro que necesita de tu encanto
Eres un milagro que se ha regalado a este corazón tan claro que te quiere a su lado
Eres un milagro que se ha escapado del cielo más sagrado para estar entre mis brazos
Eres un milagro que se ha logrado con el amor más puro que te he entregado
Eres un milagro y yo te lo digo así con este poema que he escrito para ti.

Eres una estrella que brilla en la noche con tu luz y tu belleza que guía y protege
Eres una estrella que ríe en el día con tu alegría y tu gracia que anima y contagia
Eres una estrella que sueña en la vida con tu pasión y tu magia que crea y transforma
Eres una estrella que ama en el alma con tu bondad y tu calma que abraza y perdona
Eres una estrella y yo te lo digo así con este poema que he escrito para ti.

Eres un sueño que se ha cumplido en esta vida tan real que necesita de tu fantasía
Eres un sueño que se ha compartido en esta noche tan especial que disfruta de tu compañía
Eres un sueño que se ha vivido en esta aventura tan genial que se nutre de tu energía
Eres un sueño que se ha sentido en este amor tan incondicional que se alimenta de tu alegría
Eres un sueño y yo te lo digo así con este poema que he escrito para ti.

05 junio 2023

Mi melodía mas bella

Buenas noches, dulce sueño te deseo,
Que la luna y las estrellas iluminen tu cielo,
Que la brisa te acaricie con su suave aliento,
Y que el amor te acompañe en cada momento,

Te quiero mucho y te extraño sin cesar,
Espero verte pronto y poderte abrazar,
Hasta mañana mi melodía más bella,
Y que sepas que en mis sueños siempre estarás.

03 junio 2023

Extrañar

Extrañar es sentir que alguien falta en tu vida. Es recordar con nostalgia los momentos compartidos, las risas, las miradas, las palabras. Es desear volver a ver, a oír, a esa persona que te hace feliz.
Es sufrir por la distancia, por el tiempo, por el silencio. Es esperar con ansias una llamada, un mensaje, una señal.
Es soñar con el reencuentro.
Extrañar es amar con el corazón.

El dibujo mágico

Zelda era una niña de ocho años que le encantaba dibujar. Desde pequeña, siempre tenía un lápiz y un papel en la mano, y se pasaba horas creando mundos imaginarios con sus trazos. Le gustaba dibujar animales, paisajes, personajes, objetos y todo lo que se le ocurriera. Su sueño era ser una gran artista y compartir sus obras con el mundo.

Un día, en el colegio, la profesora anunció que se iba a realizar un concurso de dibujo entre todos los alumnos de primaria. El tema era libre, pero tenía que ser algo original y creativo. El ganador recibiría un premio muy especial: un viaje a España con su familia.

Zelda se emocionó mucho al oír la noticia. Ella quería participar en el concurso y ganar el premio. Siempre había querido ir a España y conocer toda su cultura. Además, le encantaba el reto de dibujar algo nuevo y sorprendente.

Pero no sabía qué dibujar. Quería hacer algo diferente, algo que nadie hubiera visto antes, algo que impresionara al jurado. Pensó en varias ideas, pero ninguna le convencía del todo. Se sentía frustrada y bloqueada.

Entonces se le ocurrió una idea genial. ¿Y si dibujaba algo que no existiera? ¿Y si inventaba una criatura fantástica, una mezcla de varios animales? Así podría mostrar su imaginación y su habilidad para el dibujo.

Se puso manos a la obra y empezó a dibujar su criatura. Le puso cabeza de león, cuerpo de caballo, alas de águila, cola de pez y cuernos de unicornio. Le pintó el pelo de colores y le añadió algunos detalles como escamas, plumas y estrellas. Le puso de nombre Lucecita, porque brillaba como una luciérnaga.

Zelda quedó muy contenta con su dibujo. Era el más bonito y original que había hecho nunca. Estaba segura de que iba a ganar el concurso. Lo recortó con cuidado y lo pegó en una cartulina. Luego lo llevó al colegio y lo entregó a la profesora.

Al día siguiente, se anunciaron los ganadores del concurso. Zelda estaba nerviosa y expectante. Esperaba oír su nombre entre los premiados.

La profesora empezó a leer la lista de los finalistas. Había muchos dibujos muy buenos, pero ninguno como el de Zelda. Ella confiaba en que el suyo fuera el mejor.

Y así fue. La profesora dijo:
Y el primer premio es para… ¡Zelda, por su dibujo mágico!

Zelda no podía creerlo. Había ganado el concurso. Había ganado el viaje a España. Se levantó de su asiento y corrió a recoger su diploma y su trofeo. Todos sus compañeros la aplaudieron y la felicitaron.

¡Felicidades, Zelda! -dijo la profesora-. Tu dibujo es maravilloso. Has demostrado tu talento y tu creatividad.
Gracias, profesora -dijo Zelda-. Estoy muy feliz.
¿Qué te inspiró para hacer ese dibujo? -le preguntó la profesora.

Pues… me gustan mucho los animales y las cosas fantásticas -respondió Zelda-. Y pensé que sería divertido combinarlos.
Pues te ha quedado genial -dijo la profesora-. Es una criatura única y preciosa.
Gracias -dijo Zelda-. Se llama Lucecita.
¿Lucecita? -repitió la profesora-. Qué nombre más bonito.
Sí -dijo Zelda-. Es que brilla como una luciérnaga.
¿Brilla? -preguntó la profesora.
Sí -dijo Zelda-. Mire.
Y señaló su dibujo.

La profesora miró el dibujo y se quedó boquiabierta. El dibujo de Zelda estaba brillando. Las estrellas, las escamas, el pelo y los ojos de Lucecita emitían una luz suave y cálida. Era como si el dibujo cobrara vida.

¡Oh! -exclamó la profesora-. ¡Es increíble!
¿Verdad que sí? -dijo Zelda-. Es mi dibujo mágico.
Y sonrió con orgullo y felicidad.