14 octubre 2019

Sus ojos de mirada profunda

En el pueblo de los jardines colgantes, donde los árboles danzaban al compás de las nubes y las calles empedradas se vestían de gala, habitaba una joven de mirada profunda y vestidos de flores azules. Su sombrilla amarilla, más que un objeto, era su confidente, un pequeño sol personal que la resguardaba de la lluvia y las miradas inquisitivas.

El astro rey dominaba el cielo diurno, pero era la luna, con su pálida luz, quien verdaderamente la comprendía. En la quietud de la noche, compartían confidencias y risas, secretos que se entretejían con el brillo de las estrellas. La muchacha, con su costumbre de leer el periódico al revés, buscaba entre líneas invertidas las historias que el mundo insistía en silenciar.

Sus ojos descubrían lo que otros ignoraban, encontraba colores ocultos en las palabras y melodías en las miradas ajenas. La gente del pueblo, ciega a la magia de lo cotidiano, no lograba comprenderla. Pero ella, ajena a la incredulidad, vivía en un universo donde lo ordinario se transformaba en extraordinario, donde cada paso era parte de una coreografía secreta, cada palabra, un verso de un poema aún por escribir, y cada amanecer, una nueva odisea que desafiaba los límites de lo posible.

04 septiembre 2019

Al regresar aquí

Al volver a estas páginas, viajo en el tiempo,
anhelando aquellos días de puro sentimiento.
Cuando escribía con ilusión desbordante,
cada pensamiento, cada sueño delirante.