Sus ojos eran como dos almendras dulces y brillantes, que reflejaban la luz del sol y la bondad de su alma.
Tenían un color claro, casi dorado, que contrastaba con sus pestañas negras y largas.
Sus ojos eran tiernos y expresivos, capaces de transmitir todo lo que sentía con una sola mirada.
Sus ojos eran el espejo de su corazón, que era generoso y sincero.
Sus ojos eran los que me enamoraron desde el primer momento, y los que me siguen enamorando cada día.
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