30 noviembre 2015

Anoche comprendí

Anoche comprendí que te añoraba,
no sabía que aún morabas en mi mente oculta,
lo descubrí al sentir tu abrazo que me alzaba,
una paz me invadió, inalcanzable y absoluta,
solo tú provocas esto, solo tú lo lograbas,
más te conformas con poco, o temes perderlo todo, en disputa.

Prefieres la distancia, amarme en el secreto,
lo entiendo, somos dos almas en eco,
ahora que existimos, ¿qué es lo que hacemos?
sí me dieras un minuto, si te diera ese tiempo,
¿Cómo acabaría nuestra historia, qué destino tenemos?
¿Qué sientes cuando juntos desafiamos al viento?

Caminaremos juntos, de la mano, sin desvío,
bajo el cielo testigo de un amor no dicho,
secretos que se pierden, como recuerdos en el río.

Llegó la hora de partir, de un adiós no previsto,
esconderemos las manos, desviaremos el rostro,
fingiremos desconocernos, negaremos lo escrito,
mentiremos si nos cuestionan, si aún arde nuestro mito.

Redacté el poema más hermoso

Redacté el poema más hermoso del orbe,
el cénit de los versos que jamás se han descrito,
más se extravió... de su esplendor, solo absorbe
mi memoria el final, dulce y bendito:
"Te quiero", decía, y en mi alma se inscribe.

22 noviembre 2015

Con un piano de juguete

Con un piano de juguete,
melodías nacen en mi mente,
para declararte dulcemente,
mi amor por ti es para siempre.

La princesa anhela soñar

La princesa anhela soñar,
pero antes de descansar,
desea en papel plasmar,
versos que puedan vibrar.

Su mano, con gran destreza,
se mueve en la mesa,
trazando lo que el alma pesa,
en un mar de pura belleza.

Lo que su corazón confiesa,
en cada línea que empieza,
es un sueño que tropieza,
con la realidad que adereza.

Juntos

Página 1

En un lugar que no era lugar, en un tiempo que no era tiempo, dos almas se encontraban en un cruce de caminos. Ella, con ojos que destilaban un mar de historias pasadas, y él, con un corazón aun aprendiendo a latir al ritmo de la soledad. Habían sido amantes, sí, pero ahora eran solo dos viajeros en un mundo que parecía haberlos olvidado.

El aire estaba cargado de un silencio incómodo, de esos que se cuelan entre las palabras no dichas y las miradas que se desvían. Él, con la cabeza gacha, escuchaba los reproches de ella, que resonaban como ecos de un amor que una vez fue. Ella, con alguien nuevo en su vida, y él, aun buscando respuestas en las estrellas fugaces.

“¿Por qué estamos aquí?”, se preguntaba él, mientras el paisaje alrededor parecía burlarse de su confusión. No había respuestas, solo el camino que se extendía ante ellos, invitándolos a elegir una dirección.

Página 2

El camino los llamaba, una senda que se bifurcaba en mil direcciones, cada una prometiendo un destino incierto. Ella, con su orgullo como escudo, y él, con la esperanza como brújula, decidieron tomar rumbos paralelos, caminando juntos, pero no mezclados, como dos notas en una melodía que se resiste a armonizar.

Las horas se deslizaban como sombras fugaces, y con cada paso, el mundo a su alrededor comenzaba a tomar forma. Árboles que parecían susurrar secretos antiguos, y un cielo que no era cielo, sino una cúpula de luz difusa que no conocía de soles ni lunas.

“¿Qué buscamos aquí?”, murmuró ella, más para sí misma que para él. Pero el viento se llevó las palabras, dejando solo el eco de una pregunta que tal vez no quería respuesta.

Página 3

El camino se estrechaba, como si el mundo mismo se plegara sobre ellos, obligándolos a reconocer su mutua existencia. Ella, con la mirada perdida en un horizonte que parecía retroceder con cada paso, y él, con la determinación de quien sabe que cada elección es un dibujo en la arena del destino.

“¿Y si hablamos?”, propuso él, con la voz temblorosa de quien se arriesga a cruzar un puente invisible. Ella asintió, y en ese gesto sencillo, pero cargado de siglos, se abrió una puerta hacia algo nuevo.

Hablaron, primero con cautela, luego con la urgencia de quien descubre un manantial en medio del desierto. Hablaron de todo y de nada, de sueños y de miedos, de lo que fue y de lo que podría ser. Y mientras hablaban, el paisaje a su alrededor comenzó a cambiar.

Página 4

El bosque se abrió ante ellos, revelando un claro iluminado por una luz que no venía de ninguna parte y de todas a la vez. Era un lugar de encuentro, un espacio donde el tiempo parecía detenerse y las palabras sobraban. Allí, en ese claro, se miraron realmente por primera vez desde que su viaje había comenzado.

“¿Recuerdas?”, preguntó ella, con una sonrisa que era un pincelazo de nostalgia en el lienzo del presente. “Recuerdo”, respondió él, y en su voz había un matiz de comprensión que solo el tiempo y la distancia pueden dar.

Rieron, y su risa era como música, una melodía que se elevaba y llenaba el claro, disipando las sombras de dudas y temores. Y mientras reían, algo mágico sucedió. El claro se transformó, los árboles danzaron, y el cielo se pintó de colores que no tenían nombre.

Página 5

Finalmente, en el centro de aquel claro transformado, surgió una puerta. No era una puerta común, sino una hecha de recuerdos y posibilidades, de risas compartidas y lágrimas olvidadas. Ella extendió su mano hacia él, una invitación silenciosa a cruzar juntos hacia lo desconocido.

“¿Te atreves?”, susurró ella, con un brillo de aventura en sus ojos. “Siempre”, dijo él, y tomados de la mano, cruzaron la puerta.

Del otro lado, encontraron un mundo donde el pasado no era una cadena, sino un viento que los impulsaba hacia adelante. Donde cada momento era una oportunidad para comenzar de nuevo, para redescubrirse y reinventarse.

Y así, en un lugar que finalmente se sentía como hogar, ellos bailaron. Bailaron al ritmo de un tiempo que era suyo, en un espacio donde el amor no era un recuerdo, sino una promesa renovada cada día. Y en ese baile, encontraron la felicidad, no como un destino, sino como un camino que se construye juntos, paso a paso.

17 noviembre 2015

La princesa y el ropero

Conocí a una princesa,
Me hablo de su ropero,
Era de madera, alto y viejo,
Me dijo un pequeño secreto.

Me contó que en las mañanas,
Cada vez que lo usaba,
Con vestidos nuevos se encontraba,
Al principio se asustaba.

Con el tiempo se dio cuenta,
Que su ropero la amaba,
Pero el mueble no podía hacer nada,
Más que regalarle vestidos cada mañana.

Conocí a una princesa,
de su ropero me habló,
era alto, de madera y viejo,
y un secreto me confió.

Me contó que cada mañana,
al abrirlo, se sorprendía,
pues vestidos nuevos hallaba,
y al principio temía.

Con el tiempo comprendía,
que su ropero la quería,
y aunque quieto se mantenía,
vestidos le regalaba cada día.

Un día, bandidos irrumpieron,
y en su habitación buscaron,
joyas, oro, algo de valor,
mas un ropero vacío encontraron.

Oyeron pasos aproximarse,
era la princesa, a su cuarto volvía,
los bandidos, sin pensarse,
en el ropero se escondían.

Planeaban raptar a la dama,
y por su rescate, dinero exigir,
mas ella, serena, sin alarma,
se acercó al ropero a abrir.

Un vestido nuevo apareció,
y ella, sonriendo, agradeció:
"Ropero, siempre eres bueno conmigo,
ahora te regalaré algo digno."

Los carpinteros más hábiles del reino,
transformaron aquel ropero magnífico,
y en su madera, con cariño y diseño,
grabaron historias de un amor auténtico.

Ahora el ropero, con historias grabadas,
no solo vestidos, sino memorias resguardadas,
y en cada detalle, se siente las jornadas,
de una princesa y su ropero, eternamente enlazadas."

16 noviembre 2015

El sendero

El sendero de la vida es curioso,
nos brinda días claros y hermosos,
en ocasiones, tiempos lluviosos,
pero cada instante es valioso.
En tu suelo, planta una rosa,
con paciencia callada, casi religiosa,
descubrirás que la vida es preciosa.

Ley

Las miradas no crean ni se destruyen, solo enamoran.

En murmullos se entregaron

Bajo un árbol te encontré,
guarda un rincón pequeño para mí, te pediré,
a tu lado deseo sentarme,
y compartirte un verso que logré memorizarme.

Si el amor es lo opuesto a la guerra,
sí tras el invierno florece la primavera,
sí de la sensatez a la locura me deslizo,
si te pido "no te vayas", y te inmovilizó.

Los amores que en el alma se anidaron,
a pesar de los años, nunca se marchitaron,
las promesas que en murmullos se entregaron,
como estrellas en el cielo, siempre brillaron.

15 noviembre 2015

Fantasmas

Fantasmas bajo la lluvia se deslizan,
en lo que nuestros recuerdos se cristalizan,
atrapados en los senderos que recorrimos,
donde nuestras almas juntas construimos.

Charcos en el camino, reflejos de razones,
más que obstáculos, son corazones,
que invitan a entrelazar nuestras manos,
y encontrar en la bondad, los años.

Bajo la lluvia, fantasmas danzan,
lo que fuimos, en el tiempo avanza,
en noches frías, nuestra luz se abraza,
juntos, en el silencio, nuestra historia traza.

Baladas que en el aire flotan, sin son ni letras,
con una dama hermosa, mi cómplice secreta,
que con fuerza me abraza, su temor desbarata,
rogando quedarme, en su mundo pirata.

Fantasmas en la lluvia, en un beso se encuentran,
tus palabras resuenan, en mi mente se adentran:
"los detalles más simples, con amor se cuentan,
y en el libro de la vida, las páginas contentan."

Soñábamos despiertos, con ideas que volaban,
quizás ingenuas, pero juntos las soñábamos,
convertíamos instantes en canciones que sonaban,
con la promesa de un futuro donde nos encontrábamos.

14 noviembre 2015

Como tú, ninguna

Como tú, ninguna,
¡Oh, cuán arrogante suena!
Tengo tantas ganas de besarte,
Que temo perderte, ¡qué pena!

13 noviembre 2015

Olvidos y recuerdos

Era extraño, soñarte. No por la falta de costumbre, sino por la claridad con la que emergías en el sueño, como si hubieras estado esperando detrás de la cortina de la realidad para saltar al escenario apenas cerrara los ojos. Tu voz, esa melodía particular que se había desvanecido con los días, resonaba con una nitidez que la vigilia me negaba; un silbido suave, casi una caricia auditiva que se perdía al despertar. 

En la ilusión, nuestras manos se encontraban en un saludo que era más un reencuentro, un lazo que se tejía fuerte y seguro, a pesar de que, al abrir los ojos, la forma de tu ser se me escapaba como agua entre los dedos. Te vi, lo juro, eras tú, intacta en la memoria del sueño, desdibujada en la del día. 

Y así, en ese juego de olvidos y recuerdos, cada vez que te dejaba ir, te encontraba cerrando los ojos, en el país sin tiempo de los sueños donde, al parecer, te habías mudado sin previo aviso.

Origami

En un mar de sueños de papel,
donde los deseos se pliegan y vuelan,
te encuentro en las sombras que desvelan,
tu voz en la noche, un suave carrusel.

Solo para oír tu voz decir mi nombre,
en el silencio, un eco que asombre,
en la penumbra, tu figura se esconde,
y en el origami, nuestro lazo responde.

Retroceder

No temas si das un paso atrás,
es solo el preludio de un gran salto.
A veces, retroceder te brindará alas,
para volar alto y alcanzar tus anhelos.

03 noviembre 2015

Y yo aquí

En la noche, en el día,
mientras el mundo no cesa,
en la soledad, en la sombra fría,
bajo la lluvia, en la penumbra espesa,
y yo aquí, siempre esperándote.

02 noviembre 2015

Al concluir el relato

Al concluir el relato, se desveló,
que el monstruo veraz no era un ser atroz.
Era el orgullo oculto, que en ambos habitó,
la bestia feroz que los consumió.

Los grillitos musicales

En el crepúsculo, cuando la luz se desvanece y da paso a la oscuridad, los grillitos musicales emergen de su letargo diurno. No son simples insectos; en su exoesqueleto mecánico resuena una cajita de música, un arrullo que llena la noche de encanto. Al principio, cada grillo entona su propia nota, como músicos afinando sus instrumentos antes de un concierto. Pero a medida que la noche avanza, sus sonidos se entrelazan, sincronizándose en una melodía compartida que se extiende por el aire.

El mundo está repleto de estos grillos: los salseros que dan ritmo a las noches tropicales, los orquestales que imitan a grandes sinfonías, y mis predilectos, los grillos rockeros, cuyos acordes rebeldes vibran en la penumbra. Cada uno, con su estilo único, contribuye a la sinfonía global de la naturaleza.

Biólogos y músicos por igual se han dedicado al estudio de estos seres. Los primeros exploran su relación con el hábitat, su reproducción y evolución, y cómo su presencia afecta a los humanos. Han descubierto que los grillos más experimentados asumen el rol de maestros, enseñando a los jóvenes a perfeccionar sus ritmos. Los músicos, por su parte, se sumergen en el análisis de sus melodías, intentando capturar en partituras la esencia de su arte.

Los grillitos musicales, fieles a su hogar, pueden elegir quedarse o buscar nuevos horizontes, influenciados por los gustos musicales de los habitantes. Recuerdo a una joven que despreciaba la música orquestal hasta que una noche, bajo la luz de una luna resplandeciente, un grupo de grillos le interpretó el “Bolero de Ravel” a través de su ventana abierta. Desde entonces, su corazón late al compás de las orquestas.

Estos grillos también celebran la llegada de un nuevo ser con dulces melodías de cuna y, en momentos de duelo, sus tonadas reflejan la tristeza del adiós. Aunque algunos los encuentren molestos, para mí son un bálsamo; sus melodías me acompañan en noches de melancolía y alegría, marcando el ritmo de mis emociones.

Una vez, al regresar a casa con la noticia de mi primer amor, una fanfarria de grillos irrumpió desde un rincón, como si estuvieran al tanto de mis asuntos del corazón. No supe si reír o maravillarme de que estos pequeños seres musicales se hicieran eco de mi vida social.

01 noviembre 2015

Adopta una jirafa

En la ciudad, las jirafas comenzaron a ser más que una mera curiosidad; se convirtieron en un dilema urbano. Sus largos cuellos, antes admirados en la lejanía de las sabanas, ahora se entrometían entre los semáforos y las copas de los árboles en los parques, donde sus bocados dejaban desnudos los ramajes. Las avenidas se veían obstruidas por estos gigantes gentiles, provocando un caos vehicular que la ciudad no estaba preparada para manejar.

La respuesta de la comunidad fue tan inesperada como encantadora: campañas de adopción de jirafas callejeras adornaban cada esquina, y albergues especiales surgieron como oasis para estos animales desplazados. La gente abrió sus corazones y sus hogares, integrando a las jirafas en el tejido de la vida cotidiana.

Pasear por los parques se convirtió en una experiencia surrealista. Allí estaba un cuidador, pedaleando su bicicleta mientras seis jirafas lo seguían en fila, atadas con cuerdas al manillar. Más adelante, una joven lanzaba un frisbee a su jirafa, que lo atrapaba con una gracia que desafiaba su tamaño. Estos nuevos ciudadanos, con su traviesa inocencia, jugueteaban con las aves y sus globos, provocando que las aves elevaran su vuelo en busca de paz.

Finalmente, la ciudad recuperó su ritmo. Las calles ya no albergaban jirafas errantes; todas habían encontrado un hogar o un refugio. A menudo sueño con adoptar una, pero mi hogar, suspendido en el aire, no es lugar para un ser de la tierra.

Los afectos

Extraño los afectos plasmados en cartas,
esas hojas que guardan lágrimas marchitas,
palabras que con el pecho tú abrazabas,
y aunque renuentes, tus ojos también lloraban.