09 diciembre 2015

Ella y Él

Él: Escucha, me atraes.
Ella: ¿De veras?
Él: No te hagas la inaccesible. Confieso que soy un cobarde para las declaraciones.
Ella: (Risas contenidas) Disculpa, no pude resistirme a ver tu reacción.
Él: ¿Alguna vez has contemplado la forma de las neuronas en nuestro cerebro? Guardan un asombroso parecido con el universo. Una red de filamentos que, a escalas cósmicas, se asemejan a neuronas. No soy experto en términos médicos, pero deseo transmitirte la esencia de mi pensamiento.
Ella: Sí, lo he estudiado en clases. ¿Por qué esa similitud? Pareciera que el cielo intenta comunicarnos que no estamos aislados, que, de alguna forma, estamos entrelazados.
Él: Que a pesar de la inmensidad que separa las estrellas, existe un lazo que nos une, aunque nos sea desconocido.
Ella: He leído acerca de la fuerza de gravedad, esa atracción entre planetas y cuerpos celestes. Es fascinante.
Él: ¿Crees que tal fuerza opere entre nosotros?
Ella: (Sorprendida por la pregunta, al principio malinterpreta, pero luego comprende la intención, y opta por el silencio)
Él: ¿Quisieras ser mi compañera de vida?
Ella: (Sonrisa amplia) Eres hábil cambiando de tema, ¿lo sabías? Pero sí, me encantaría.
Él: Entonces, debe haber una poderosa fuerza de gravedad entre nosotros. (Risas cómplices)
Ella: ¡Vaya! Eres terrible, después de toda esta espera para que me lo pidieras, resulta que ahora eres un científico.
Él: Siendo científico, mi mayor desafío será desentrañar los enigmas que guardas.
Ella: ¿Así que soy un enigma? Será todo un desafío, entonces.
Él: Exactamente, y eso es lo que me fascina de ti.
Ella: (Lo observa, y sin mediar palabra, lo besa)
Él: (Corresponde al beso con igual pasión)

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