28 diciembre 2011

Una cita

Estabas allí, serena y gentil,
llegué sin nada en las manos, vacilé un instante,
te pregunté con una sonrisa brillante:
"¿Quieres ver lo que he traído para ti?"

Junté mis manos, cerré los ojos,
al abrirlas, un milagro se despliega,
rosas rojas brotan, un truco sin igual,
las desvanezco con un soplido, y en su lugar,
margaritas blancas danzan en el aire,
"Vamos," te digo, "a por un helado compartiremos."

Tienes helado en tus labios, dulce y tentador,
con un beso robo el chocolate, de mi helado sabor vainilla,
tomas un poco, con gracia lo esparces en mi mejilla,
ríes, y en tus ojos veo un destello juguetón.

Te acercas, me miras, hay un silencio que habla,
quieres algo, pero dudas, al final te alejas.
Con una servilleta, intento limpiar la mancha,
detienes mi mano, y con un beso, la vainilla saboreas.

"¡Sabes a vainilla!" exclamas con alegría,
y sugieres, "¿Vamos al cine qué te parece?"
"¿Películas de miedo?" pregunto con recelo,
"No son mi deleite, pero por ti, cualquier cosa."

En la sala oscura, con palomitas en mano,
te emocionas con cada escena de espanto,
yo me cubro los ojos, no quiero ver el pánico,
tú solo te ríes, y en tu risa, encuentro mi encanto.

Salimos al mundo, la lluvia nos recibe,
"¿Y qué importa?" dices, "corramos bajo el cielo."
Saltamos en charcos, reímos sin cuidado,
las gotas en nuestro cabello, como estrellas fugaces.

Con gestos y señas, me cuentas tus deseos,
jugamos a las mímicas, en la calle desierta,
los autos se detienen, las luces nos observan,
el mundo en pausa, mientras nosotros danzamos.

Te llevo a tu casa, con un adiós nos separamos,
me alejo con pasos lentos, pero al mirar atrás,
me saludas, corres hacia mí, y en un abrazo nos encontramos,
en ese instante, el universo entero parece girar a nuestro alrededor.

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