27 octubre 2011

Protégela

Dios, en dondequiera que ella esté, protégela,
quizás no sea menester decírtelo,
más deseo estar seguro,
y no confiarlo solo a tu divino celo.

Que no sean vanas mis palabras al viento,
para que ella encuentre bienestar y contento,
ilumínala en su sendero, en su justo momento,
aunque ese camino no cruce con mi aliento.

Si su felicidad no me incluye en su cuento,
acepto mi destino sin ningún lamento,
porque si ella sonríe, yo sonrío contento,
y en su alegría hallaré mi propio sustento.

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