01 diciembre 2009

En los cielos

Érase una vez, en tiempo y lugar,
una princesa, de noble mirar,
hija de Pierre, de la costa este,
cuyo deseo era un castillo celeste.

El gran rey mandó a edificar,
en los cielos, un hogar sin par,
y aquel que lograse tal proeza,
con su hija se uniría en fortaleza.

Muchos valientes lo intentaron,
del cielo alto, desafortunados cayeron,
ingenios voladores, grandes crearon,
más todos en fracaso se estrellaron.

No había modo, ni arte ni ciencia,
de construir en nubes tal residencia,
y ganar la mano de la princesa,
de belleza pura, de fina alteza.

Mas he aquí que llegó el día,
un joven de oeste, con valentía,
decidido a cumplir la hazaña,
de un castillo volador, hacer hazaña.

No tardó en mostrar su destreza,
con papel y sueños, su fortaleza,
maestro de papirotecnia, su profesión,
técnicas secretas, su gran pasión.

Ridículo oficio, muchos pensaron,
pero él sabía que le servirían, confiado,
y así, en treinta días, su obra culminó,
un castillo de papel, que en el aire flotó.

Invitó a la princesa a su morada,
esperaron juntos la brisa alada,
y con el primer viento, se elevaron,
entre nubes y sueños, se amaron.

Así el muchacho, de origen humilde,
con la princesa, su amor construyó,
hija de Pierre, de la costa este,
en castillo de papel, su vida unió.

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