De tu elegancia me cautivé,
cuando te vi por vez primera,
y en tu mirada sutil leí,
el deseo de una mujer.
De tu belleza me enamoré,
cuando te acercaste a mí,
y en tu sonrisa sensual sentí,
el fuego de la pasión.
Tu piel es como el terciopelo,
que acaricio con mis manos,
y tu aroma es como el cielo,
que respiro con mis labios.
Tu cuerpo es como el universo,
que explora mi mirada,
y tu alma es como el verso,
que inspira mi alabanza.
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