11 diciembre 2023

Desde una lejana isla

Desde la lejana isla de Santa María te escribo con mi alma inquebrantable, mientras miro el gran océano azul que me custodia, y el cielo despejado con el sol vigilándome durante todo el día. Por las noches, las estrellas toman su lugar en la bóveda celeste, y yo las cuento una por una, buscando la que más se parece a ti, la que más brilla, la que más me habla de tu amor.

Estoy sentado esperando a volver a ver tus ojos, esos ojos que son el espejo de mi felicidad, esos ojos que me hacen viajar por mundos desconocidos, esos ojos que me dicen que no hay nada imposible. Quiero volver a saborear tus labios cálidos, que me hacen sentir vivo, que me llenan de fuego, que me susurran palabras dulces. Quiero volver a tocar tu mano suave, que me hace saber que algo más existe en este mundo, que me invita a conquistar lo que sea por ti.

El tiempo se alarga con su crueldad, y el destino nos juega con su ironía. Sé que quizás nunca te vuelva a ver, que quizás nunca te vuelva a besar, que quizás nunca te vuelva a tocar. Pero no me resigno a aceptar esa realidad, no me dejo vencer por la distancia, no me rindo ante la adversidad.

Y, sin embargo, no pierdo la esperanza, no pierdo la fe, no pierdo el amor. Porque sé que, en algún lugar del universo, nuestros corazones laten al mismo ritmo, nuestras almas se buscan con el mismo anhelo, nuestros sueños se encuentran con el mismo vuelo.

Mis caballos galoparán cuando desembarques, las palomas volarán sobre tu carroza cuando vengas a mí, las flores se abrirán para recibirte cuando llegues a mi casa. Y yo estaré ahí, esperándote con los brazos abiertos, con el corazón latiendo, con el alma sonriendo.

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