Qué mujer tan linda,
Un lucero de día,
Sentada en la vereda,
Cerca estaba de un rio.
Acariciando su cabello,
Tenía su rostro al cielo,
Y yo que la estaba mirando,
Me enamoré de sus ojos negros.
Me acerqué a saludarla,
Le dije que era un placer,
Ella me sonrió con gracia,
Y me invitó a conocer.
No podía creerlo,
Que fuera tan bella y sincera,
Me ofreció sentarme a su lado,
Yo le dije que la quería a ella.
Le pedi matrimonio,
Pues no quería se fuera,
Deseaba que solo fuera mía,
Y me diera por completo su amor.
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