12 diciembre 2015

En el rincón más insólito

En el rincón más insólito para entablar un diálogo, dos jóvenes se entregaban a una charla efervescente sobre la naturaleza del tiempo. La discrepancia residía en sus perspectivas: ella, una filósofa; él, un ente de otra índole. Él, astuto, halló el pretexto perfecto para robarle un beso bajo el siguiente razonamiento.

"Considera que un filme proyecta 24 fotogramas por segundo para simular movimiento. Si una película en el cine se extiende por dos horas, contamos con 7,200 segundos. Así, 24 \times 7,200 = 172,800 fotogramas en total. Ahora, imagina que poseo una cámara de poder inusitado, capaz de capturar infinitas imágenes por segundo. Propongamos un experimento.

Concédeme un beso, uno que perdure apenas un segundo. Mientras te aproximas y me lo ofreces, capturaremos 24 fotografías en ese instante. Al transformarlas en un cortometraje, ¡observa! Con solo 24 imágenes hemos logrado apreciar el instante preciso de tu beso. La desventaja: la duración efímera de la película, meramente un segundo.

Ahora, bríndame otro beso, igualmente efímero. Pero en esta ocasión, durante ese beso, registraremos 9,192,631,770 fotografías. Una vez consumado el beso, la cámara habrá cumplido su cometido. Dispondré de 9,192,631,770 fotografías para ensamblar un largometraje. No obstante, dado que mi cerebro procesa un mínimo de 24 imágenes por segundo, al dividir 9,192,631,770 entre 24, obtenemos 383,026,323.75 segundos, lo que se traduce en 12.145 años.

El efímero beso de un segundo, lo hemos metamorfoseado en un beso que se prolonga por más de 12 años. En conclusión, es factible capturar cuantas fotografías deseemos en un segundo para eternizar un beso que, en teoría, podría durar hasta el fin de los tiempos.

Recuerda, mi intención era obtener un beso y terminé cosechando dos."

No hay comentarios: