26 diciembre 2014

Silencio

En un rincón olvidado del mundo, donde los murmullos se perdían en el viento, vivía una joven con una curiosidad insaciable por los misterios del silencio. "¿Tiene sonido el silencio?", preguntaba a menudo, pero nadie parecía tener la respuesta.

Un día, mientras el sol se ocultaba tras las colinas, ella se encontró con un viajero, un hombre de palabras suaves y mirada profunda. "¿Tiene sonido el silencio?", le preguntó con la esperanza de descubrir lo que tanto anhelaba.

"Cierra los ojos", le dijo él, y en el acto más delicado, la besó sin un solo ruido, sin perturbar la calma del crepúsculo. Ella abrió los ojos, una sonrisa iluminando su rostro, pero con una chispa de travesura dijo: "Eso no responde a mi pregunta".

Entonces, un silencio profundo los envolvió, un silencio que parecía tener vida propia. Él extendió su mano, y ella, con un gesto de comprensión, la tomó entre las suyas. En ese instante, sin palabras, sin sonidos, entendió que el silencio era un lenguaje, una melodía que solo el corazón podía escuchar.

Y así, en la quietud de ese momento, descubrieron juntos que el silencio tiene el sonido más dulce, el de dos almas encontrándose sin necesidad de palabras.

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