En las noches amargas,
tus secretos confiabas,
con los ojos cerrados,
tu dolor desgranabas.
Quise llorar contigo,
en tu oscuro sendero,
mas fui pilar y refugio,
en tu desvelo sincero.
Siempre fuerte en la lucha,
aunque el alma doliera,
mis brazos, aunque frágiles,
a tu caída negaban.
Las noches se extendían,
y el mundo no comprendía,
solo oías voces frías,
que injustamente juzgaban.
Tu historia, un cuento hermoso,
de sueños y de esperanza,
creciste, creíste,
con fe y con confianza.
Mas la traición vino oculta,
en promesas vacías,
y aunque el dolor fue profundo,
Dios siempre te guiaría.
Y yo aquí estoy, a tu lado,
recogiendo tus pedazos,
reconstruyendo el alma,
con abrazos y lazos.
Porque en cada fragmento,
disperso en el suelo,
hay un murmullo de vida,
un renacer, un anhelo.
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