11 enero 2024

Entre ellos dos

En un pequeño pueblo, donde las calles contaban historias al caer la noche, vivía un hombre cuya mirada se perdía entre las sombras y las luces. Cada paso que daba resonaba con la promesa de un encuentro, cada gesto suyo era un poema sin palabras.

Una noche, bajo el cielo estrellado, se encontró con la musa de su constante pensamiento. Ella, con una timidez que adornaba su silueta, caminaba hacia él, desplegando sin saberlo, las cualidades que la hacían única.

La noche era diferente, cargada de un aire de sinceridad y confesiones. El hombre sabía que había llegado el momento de revelar la verdad oculta en su corazón. "Esta noche," se dijo, "le confesaré que antes de dormir, pienso en ella, que en mis sueños me arriesgo a todo y nunca pierdo."

Y así, con la luna como testigo, le habló de sus noches de insomnio, de sus pensamientos audaces donde ella era la protagonista indiscutible. Le contó cómo, en la quietud de su habitación, la victoria era siempre suya, pues en su mente, el amor que sentía por ella nunca se desvanecía.

Ella escuchó, con una sonrisa que iluminaba más que las propias estrellas, y supo que en aquel hombre había encontrado no solo un admirador, sino un guardián de sus noches, un soñador que la colocaba en el centro de su universo, incluso cuando el amanecer los separaba.

Y desde esa noche, ya no hubo más secretos entre ellos, solo la certeza de un amor que, como las estrellas, permanecería inalterable, guiando sus pasos en la oscuridad, recordándoles que, incluso en la distancia, su conexión era tan profunda como el cielo nocturno.

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