26 octubre 2023

El río bajo nuestros pies

Me senté junto a ella a la orilla del río, donde su tristeza se reflejaba en el agua. Le di tiempo y espacio para que se calmara, sin presionarla con palabras. Quería estar en sintonía con su momento de serenidad, no añadir más peso a su situación. Me acerqué un poco más y nos quedamos mirando el caudal del río, sintiendo esa libertad que ofrece la naturaleza, esa paz que alivia las emociones tensas y tranquiliza la mente.

Ella seguía mirando el río. Oí un suspiro y me incliné hacia el agua, tocando con mis dedos la frescura que ofrecía el elemento. El líquido pasaba por mis manos y solo me limité a sentirlo. Entonces, ella se movió y me acompañó a sentir la corriente del agua. Algo saltó del agua y le salpicó algunas gotas en su rostro. Ella sonrió, yo me reí un poco y nos unimos por un momento en la alegría.

Nos levantamos y caminamos por la ribera del río, disfrutando del paisaje y de la brisa. Solo había un silencio entre nosotros dos, un silencio necesario, que hablaba más que las palabras. Nos mirábamos agradecidos de este ritual, como si los corazones estuvieran latiendo al mismo ritmo, enviándose un mensaje que no era necesario decirlo o escucharlo, un mensaje que solo los corazones pueden entender.

Seguimos caminando hasta que llegamos a un puente. Allí nos detuvimos y nos apoyamos en la barandilla. Vimos el río pasar bajo nuestros pies, llevándose con él nuestros problemas.

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