En un rancho de Jalisco

En un rancho de Jalisco,
nació una niña preciosa,
que ayudaba a su mamá con las labores de la casa,
a cocinar, a tender la ropa mojada,
y a dar gracias al Señor cada noche al acostarse.

También iba con su padre a la milpa y al corral,
a sembrar y cosechar el maíz dorado y el frijol,
y a alimentar a las gallinas y sus pequeñas crias.

Ella era muy trabajadora,
muy lista y bondadosa,
su padre le decía: eres mi tesoro, eres mi orgullo.

La niña se hizo mujer,
de una belleza sin igual,
sus ojos eran dos luceros que iluminaban al mirar,
su cabello era una cascada que caía sobre su espalda,
con piel morena y suave, sonrisa tan dulce,
tan radiante como un sol en el amanecer.

La mujer más bella del pueblo,
que a todos hacía suspirar,
recibía flores y cartas,
serenatas y poemas de amor,
pero ella no se dejaba engañar por las palabras vanas,
solo quería un hombre bueno que la quisiera de verdad.

Y así fue como la mujer más bella,
en su rancho de Jalisco,
disfruto de la naturaleza que Dios le había regalado,
y del amor que le brindaban sus padres,
sin olvidar nunca sus raíces ni su fe en el Creador.