13 julio 2023

Todo inicio empieza con una oportunidad

Érase una vez un joven que estaba enamorado de una bella princesa. Él la admiraba desde lejos, pero nunca se atrevía a hablarle. Un día, se enteró de que la princesa cumplía años, y decidió hacerle un regalo muy especial. Con mucho esfuerzo y ahorro, compró un collar de perlas que brillaba como la luna. Lo envolvió en un papel de seda y lo llevó al palacio.

Cuando llegó, se encontró con que había una gran fiesta en honor a la princesa. Había música, baile, comida y bebida. El joven se abrió paso entre la multitud hasta llegar al trono donde estaba la princesa. Ella lucía un vestido azul y una tiara de diamantes. El joven se arrodilló ante ella y le ofreció el regalo con timidez.

Feliz cumpleaños, princesa. Este es un humilde obsequio de mi parte. Espero que le guste - dijo el joven.

La princesa tomó el paquete y lo abrió con curiosidad. Al ver el collar, se quedó sin palabras. Era el regalo más hermoso que había recibido en su vida. Lo tomó entre sus manos y lo acercó a su cuello.

Es precioso - murmuró - ¿Quién eres tú?

Soy un simple campesino que vive cerca del bosque - respondió el joven - La he visto muchas veces desde la distancia y me he enamorado de usted.

La princesa sintió una mezcla de sorpresa, emoción y temor. Nunca nadie le había hablado así. No sabía qué decir ni qué hacer. Miró al joven a los ojos y vio que era sincero y noble.

Gracias por tu regalo - dijo al fin - Es muy generoso de tu parte.

No tiene que agradecerme nada - dijo el joven - Solo quiero que sea feliz.

No quiero que te sientas mal - dijo la princesa - No sé si puedo corresponder a tus sentimientos.

No se preocupe por eso - dijo el joven - Solo le pido que me dé una oportunidad de conocerla mejor.

La princesa miró al rey y a la reina, que estaban observando la escena con asombro. Luego miró al joven de nuevo y sintió algo en su corazón. Decidió darle una oportunidad.

Está bien - dijo - Ven conmigo. Te presentaré a mis padres y a mis invitados.

El joven se levantó y tomó la mano de la princesa. Ella se puso el collar y sonrió. Juntos se dirigieron al salón principal, donde todos los miraron con admiración. El joven se sintió feliz y orgulloso. La princesa se sintió curiosa y agradecida.

Así comenzó una historia que aún no tiene final.

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