Le di mi abrigo, hacia frío sin dudar,
Se remangó las mangas del saco, modelaba al caminar.
Giró de sorpresa, y me regaló una mirada,
Y sentí que en ese instante, una llamada.
La tomé de la mano, y la invité a bailar,
Su perfume me embriagaba, su cabello me rozaba.
Y sus labios me tentaban, a darle un beso más.
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