15 julio 2023

El secreto de una niña

Había una vez una niña que tenía un don muy especial: de noche, su cuerpo se iluminaba como una estrella, era la alegría de sus padres, que la querían mucho.

La niña vivía en un pueblo pequeño, rodeado de montañas y bosques. A ella le gustaba salir a jugar con sus amigos, pero siempre tenía que volver a casa antes de que anocheciera. Sus padres temían que alguien descubriera su secreto y quisiera hacerle daño o llevársela lejos.

La pequeña no entendía por qué tenía que esconderse. Ella se sentía orgullosa de su don y quería compartirlo con los demás. A veces, cuando sus padres dormían, se escapaba de su habitación y subía al tejado de su casa. Allí, se tumbaba a mirar las estrellas y se imaginaba que era una de ellas.

Una noche, mientras la niña estaba en el tejado, vio una luz muy brillante en el cielo. Era una estrella fugaz, que dejaba un rastro de polvo dorado a su paso. Ella se emocionó y pidió un deseo: poder mostrar su luz al mundo sin tener miedo.

Al instante, sintió una corriente de aire que la envolvió y la elevó por encima de las nubes. La niña se asustó, pero también se sintió feliz. Era como si la estrella fugaz la hubiera escuchado y la hubiera llevado con ella.

La niña viajó por el cielo, admirando la belleza de la noche. Vio la luna, los planetas, las constelaciones y otras estrellas fugaces como ella. Se sintió libre y feliz, como nunca antes.

Pero también extrañó a sus padres, que seguramente estarían muy preocupados por su desaparición. Se dio cuenta de que su don era una bendición, pero también una responsabilidad. Ella tenía que cuidar de su luz, pero también de las personas que la amaban. Así que decidió volver a casa.

Cuando la niña llegó a su casa, sus padres la estaban esperando con los brazos abiertos. Ellos habían visto su luz en el cielo y habían seguido su rastro hasta encontrarla. Le dieron un abrazo muy fuerte y le dijeron que la querían mucho.

Ella les contó su aventura y les pidió perdón por haberse escapado. Sus padres le dijeron que no estaba mal querer mostrar su luz, pero que tenía que tener cuidado con los peligros del mundo. Le prometieron que algún día podrían ir juntos a ver las estrellas.

La niña se sintió aliviada y feliz. Ella había cumplido su deseo y había aprendido una lección. Su don era algo único y maravilloso, pero también era parte de su familia. Ella era una niña estrella, pero también una niña normal.

Y así fue como la pequeña vivió muchas más aventuras con su luz, pero siempre acompañada de sus padres y sus amigos. Y cada noche, antes de dormir, le daba las gracias a la estrella fugaz que le había concedido su deseo.

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