15 abril 2016

Con los ojos cerrados

Lo que anhelaba era un sueño sin fin,
sin la rutina diaria que invade al dormir.
Y si en sus sueños, respuestas pudiera hallar,
quería aquellos que su paz pudiera brindar.

Nunca vi a alguien con tal deseo ferviente,
acostarse y no despertar hasta sentirse plenamente,
como saciar una sed que no puede esperar,
era su único anhelo, su deseo más vital.

En su mirada cansada, la calma mantuve,
y aunque su cuerpo estuviera exhausto y sin luces,
con ojeras marcadas y cabello al viento,
mi amor por ella era puro y sincero.

Me acerqué para darle un abrazo apretado,
sentí su calor, y en un acto delicado,
con ojos cerrados, sus manos a mí se aferraron,
la levanté en mis brazos, a la cama la llevé, sin demora.

La acomodé entre sábanas y almohadas,
en la luz tenue, su belleza resaltaba.
Un beso en su cabello antes de partir,
ella, sin ver, mi cuello quiso sentir.

Con suave agarre, mi rostro a ella se acercó,
me besó, y en su abrazo me retuvo,
sin saber si estaba consciente o en trance,
solo sé que mi amor por ella era grande.

El amor hicimos, con ojos cerrados ella quedó,
no era necesario ver, el sentimiento bastó.
Ahí estábamos, juntos en la intimidad,
ella soñando, yo a su lado, en realidad.

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