Escribo al suspiro de un amor ferviente,
aquel que lleva su nombre en cada verso presente.
Mis pensamientos vuelan libres, sin atadura,
entre ella y yo, solo una flor en la espesura,
que crece entre dolor y amor, con bravura,
iluminada con luz, creciendo con pura ternura.
Así le escribo a ella, mi musa, mi suerte,
cada vez que cierra los ojos, en el silencio inerte.
Vagué por la vida hasta que su mirada encontré,
y solo empecé a vivir cuando a ella me entregué.
Estos son los versos que a su amor consagro,
cada vez que la veo, mi corazón recibo en abrazo.
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