20 diciembre 2015

El peor pecado

Sigues abriendo la herida en mi ser,
aquella que surgió al conocerte, mujer.
El peor pecado, he de reconocer,
es perderse en la belleza de tu ser.

Era un santo en mi deber,
pero a tu lado aprendí a ceder,
que incluso un santo puede caer.

Si el cielo entendiera el querer,
estoy seguro de que elegiría renacer,
solo por el beso de una mujer.

Razones bellas que ignoré ayer,
hoy en mi alma vuelven a florecer,
pues aún me queda mucho por aprender.

Me enamoré de tu dulce proceder,
olvidé el cielo en el amanecer,
tenía un gran poder,
que contigo, amor, logré perder.

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