Del otoño a la primavera,
qué distintos nos mostramos,
tú, de mirada hechicera,
yo, de manos que encantan a ratos.
Desde el amanecer hasta el anochecer,
es esencial poder comprender,
que para el alma satisfacer,
debemos a su voz obedecer,
y así dejar el amor florecer.
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