26 enero 2015

Los pequeños detalles

Siempre procuro ser distinto, tanto en presencia como en ausencia, en palabras y en silencios. ¿Por qué? Porque cada amor es un universo inédito, y la repetición es un fantasma que acecha la originalidad de los sentimientos.

Es fascinante descubrir que con cada persona hay un mundo nuevo por explorar, y siempre puedo decir: "¡Esto es nuevo para mí!" Esa novedad es la chispa de la felicidad, la curiosidad que me impulsa a seguir adelante. Después de cada adiós, me tomo un tiempo para sanar, para volver a preguntarme sobre la magia de un beso, la calidez de un abrazo, la conexión de las manos entrelazadas. Solo entonces, cuando estoy en paz conmigo mismo, estoy listo para volver a amar.

Confieso que cada mujer que ha pasado por mi vida se ha llevado un pedazo de mi corazón. A todas les he dado lo mejor de mí, y ellas a mí. Pero hay un rincón aún vacío, reservado para alguien especial, alguien aún desconocido.

Las decisiones más trascendentales las he tomado enamorado, y es ese amor el que me ha llevado a donde estoy. Si una nueva presencia descubre estas líneas, que no se sienta menospreciada; al contrario, es la suma de mis experiencias, lo aprendido, lo que debo y no debo hacer. Cada relación es un universo distinto, con sus propias leyes y estrellas.

"He aprendido" significa que he sentido dolor y he causado dolor. Es una lección vital: recordar quién eres y no lastimar. Conocerse a uno mismo reduce las probabilidades de herir y ser herido, aunque no es una garantía absoluta. En el amor, como en la vida, hay de todo, pero lo importante es saber navegar las aguas de la emoción.

Recuerdo una vez, en una parada de autobús, ella mencionó una canción que le gustaba. Distraído, apenas asentí, sin darle la importancia que merecía. Con el tiempo, esa melodía me transportó de vuelta a aquel momento, y comprendí que debí haber escuchado con más atención.

Ese recuerdo me enseñó a valorar cada palabra, cada instante compartido, porque esos breves segundos eventualmente cobran vida propia. Son los pequeños detalles los que construyen grandes momentos, los que profundizan los sentimientos y los hacen genuinos y duraderos.

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