29 septiembre 2011

El cielo nocturno

Contemplaba el cielo nocturno, ese manto salpicado de estrellas que se despliega cada noche sobre nosotros. Y me preguntaba, con una mezcla de asombro y extrañeza: ¿qué es esa vasta oscuridad que envuelve los astros? No es simplemente el vacío entre ellos; es algo más, algo que la astronomía ha intentado describir pero que aún se escapa a nuestra comprensión.

Me di cuenta de que esa oscuridad es como un lienzo en blanco, esperando que le demos nuestro propio significado. No son solo los límites del universo lo que contemplamos, sino la posibilidad de lo desconocido, de lo que está más allá de nuestra percepción.

Y ahí estamos, seres diminutos, casi efímeros, perdidos en la inmensidad de un cosmos que apenas comenzamos a entender. Somos vulnerables ante la magnitud de un universo indescriptible, pero al mismo tiempo, somos afortunados. Afortunados de estar aquí, de poder levantar la vista al cielo y maravillarnos con la belleza de la creación, de poder darle sentido a esa oscuridad que nos rodea y que, de alguna manera, también forma parte de nosotros.

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