30 marzo 2015

Levanta tu voz

A veces me haces enojar,
¿Te divierte verme llorar?
Creo que buscas mi lágrima derramar,
¡Diablos, no tiene ningún sentido, es verdad!

No deseo ser tu crucifixión,
nuestros pensamientos no tienen la misma dirección.
¿Cuál será nuestra última estación?
Lastimas mi espíritu, mi corazón.

Apresúrate, que el tiempo es fugaz,
con ímpetu buscan tus labios la paz,
en mi corazón enamorado, sin disfraz.

Levanta tu voz, empieza a gritar,
quiero que cierres los ojos, sin mirar.
¿Te atreves a apostar?
Juntos, a lo lejos vamos a llegar.

Ahora dices que me amas,
pero siento que solo juegas con mi alma.
¿Quién puede entenderte, en esta trama?
Te imploro, dame al menos un poco de calma.

16 marzo 2015

Palabras

En el amor, un misterio, eterno y sin fin,
no se esfuma, ni se pierde, ni es sutil.
Una epifanía que en el alma se anida,
por limerencia, mi ser se siente atraído.

Serendipia me llevó a su luz celestial,
inefable, indescriptible, sin igual.
Su voz dulce, como un suave arrullo,
me transporta, sonámbulo, a un mundo suyo.

En un lugar donde el arrebol se despliega,
la iridiscencia y la luminiscencia juegan.
Es allí donde las palabras fluyen con gracia,
y mi corazón, con elocuencia, su amor traza.

11 marzo 2015

Nos alejamos y nos acercamos

Nos alejamos sin un adiós, y nos acercamos sin un hola.

02 marzo 2015

Recuerdos

Recuerdo aquel grifo de bronce, con sus alas desplegadas hacia el cielo, esperando pacientemente en la plaza central. Los niños lo miraban con ojos brillantes, pero solo yo sabía su secreto. Un mes de súplicas y promesas, y finalmente accedió a llevarme a volar. Sus picotazos eran medallas de mi perseverancia, y el lodo que lanzaba, una prueba de su temperamento volcánico. La vez que me arrojó desde las alturas, solo fue un recordatorio de que la confianza se gana, no se exige.

Recuerdo la laguna, donde las aguas danzaban al ritmo de tu canción favorita. Las sirenas, guardianas del lago, me enseñaron su lenguaje de burbujas y corrientes. No fue fácil convencerlas, pero la visión de tu sonrisa bajo la luna llena valía cada noche de estudio. Y así, en aquella noche clara, bailamos mientras ellas tejían figuras geométricas en el agua, creando un escenario de ensueño solo para ti.

Recuerdo a la tortuga gigante, narradora de historias antiguas, que te dedicó un cuento de aventuras y amores eternos. Fui yo quien lo escribió, y juntos pasamos noches en vela, repasando cada palabra, cada pausa. Ella luchaba por recordar el inicio y el final, pero yo estaba allí, paciente, recordándole que la historia era nuestra, y que cada palabra era un pedazo de mi corazón.

Recuerdo al titán de piedra, aquel ser ancestral que nos llevó a recorrer el mar sobre sus hombros. Casi me aplasta al encontrarlo, pero la escalada valió la pena cuando, por encima de las nubes, encontré su oído y le susurré mi plan. En tu cumpleaños, él apareció, y juntos surcamos los cielos y mares, descubriendo mundos ocultos en cada ola y estrella.

Ahora sabes que cada momento que vivimos, cada sorpresa que te di no fue obra del azar. No busco que cambies tu decisión; entiendo que mis acciones secretas no fueron la mejor elección. Quise construir recuerdos que duraran para siempre, pero aprendí que el amor no se mide en grandezas, sino en la sinceridad de cada pequeño gesto. Aunque no esperaba nada a cambio, al final, lo único que deseaba era sentirme amado, como el grifo, la laguna, la tortuga y el titán, que, en su silencio, conocían la verdad de mi amor por ti.