18 febrero 2015

Olvidar

He escrito cartas, un sinfín, ninguna ha cruzado tu umbral,
selladas quedan, sin voz ni son, entre páginas en un rincón.

Al principio, palabras fluían como río en temporal,
más con el tiempo, su caudal se tornó en mero goteo ocasional.

Hablar solo me ha enseñado, en eco hallé mi réplica,
en el monólogo de mi ser, risa y furia son mi réplica.

A veces, en público, mis manos danzan a mi voz,
y en la mirada ajena, veo el reflejo de mi solitaria voz.

Tu silencio es un verdugo lento, desgasta mi esperanza,
me hace dudar de tu existencia, ¿fueras quizás solo fragancia?

Como sueño que al despertar se esfuma sin dejar rastro,
solo queda la sensación vaga, un vacío vasto.

Si nos cruzamos en la calle, ¿serás más que un rostro en la multitud?
Quizás ya hemos compartido paso, sin saber, en la misma latitud.

El olvido se cierne cuando ya no hay hilos que nos unan,
cuando la melodía compartida ya no nos acuna.

¿A quién escribo estas líneas? ¿Qué palabras son estas que fluyen?
¿Por qué empecé esta carta? Mis recuerdos se diluyen.

No es la edad la que me nubla, sino la monotonía que me asedia,
momentos comunes, repetitivos, ¿para qué guardarlos en la alameda?

He escrito cartas, un sinfín, y aún espero tu señal,
pero en el silencio de tu ausencia, empiezo a olvidar tu señal.

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