29 mayo 2012

Fingimos

Es una pena, sí, cerrar los ojos,
ante el brillo tenue de la luna en el mar.
Esperar en vano que entiendas,
la melodía oculta en el viento al pasar.

¿Acaso no es tristeza lo que nos invade?
Un corazón herido, pulsando en la soledad,
¿qué puedo yo ofrecerte?
si ya no soy parte de tu realidad.

Fingimos, es cierto, qué triste es la verdad,
permanezco aquí, en la penumbra del final,
solo añadiendo más sombras al dolor.

No hay deshonor, en lo que pretendemos ser,
tú y yo, actores de una obra sin guion,
tú eliges cerrar los ojos,
y yo, en silencio, respetaré tu decisión.

Déjalo ir, no hay más que insistir,
es una pena, sí,
dejar que el tiempo se nos vaya así,
en suspiros que se pierden en el ayer.

Mirar sin ver, sentir sin amar,
¿no es acaso la mayor pena?
Yo también lo creo, es nuestra cruda realidad.

07 mayo 2012

Las cadenas de cristal

Tararea esa melodía,
que nos envuelva el crepúsculo estival,
en cada ocaso a solas,
a Dios queremos aclamar,
cantando juntos,
una oda al amor sin final.

Venus y Saturno,
en el firmamento juegan al esconder,
tras la luna se ocultan,
como amantes que no pueden ser.

Déjate bañar por la luz,
caminando sobre el río sereno,
cruza el puente de madera añejo,
construido para encantar,
los sueños de los que aman,
buscando en la orilla opuesta su lugar.

Las cadenas de cristal resplandecen,
no temas liberarte de ellas,
pueden cortar, es cierto,
pero es preferible la libertad,
a ser cautivo por una eternidad.

Solo quiero decir

Falta expresar, solo una cosa, 
que perdure, hasta el final.
No es preciso, me parece a mí, 
pronunciarlo, aunque nervioso esté.
No es sencillo, lo reconozco, 
pero deseo declarar, algo esencial, 
y es que yo, sinceramente, te amo.

Solo por esta vez

Solo por esta vez,
intentaré no plasmar la tristeza,
mas no puedo ocultar,
que mi corazón de nuevo llora.

Es un pesar,
que los amantes,
aún sin encontrarse,
deban en sufrimiento morar.

Los ríos murmuran,
y mi corazón se fractura,
intentaré disfrazar,
cubriendo tus ojos con mi palma.

Existe una razón,
para hallar inspiración,
un suspiro se escapa,
por un anhelo profundo y sin razón.

Carrozas de dulce acuarela,
a través de mis lentes de cristal redondos,
mi corazón observo,
como un caleidoscopio de emociones y sueños.

Abrazo el viento,
aunque no lo percibo,
le hablo al peñasco,
y su mutismo me desasosiega.

Pienso que regresaré,
al origen de mi sendero,
y lo intentaré,
una vez más, con esmero.